Steven Pfeiffer y yo nos "conocimos" primero por email, cuando le pedí permiso para traducir su artículo sobre las perspectivas actuales en la identificación de los más capaces (si no has leído esa entrada te la recomiendo vivamente). Luego descubrí que había sido director del Talent Identification Program de la Universidad de Duke, una de las que incorporaron el modelo de CTY, del que ya escribí tantas veces en este blog. Por tanto, tuvimos un gran amigo común, el profesor J. C. Stanley.
Recientemente coincidimos en una conferencia en Toulouse, junto con Francoyse Gagné, otro gran amigo y colega que ya apareció varias veces en este blog. Un fin de semana memorable en el que tuvimos tiempo de comentar nuestras respectivas presentaciones y de charlar de tantos temas... Además Steven y yo tenemos, al margen de nuestro interés por el desarrollo del talento, otro interés importante en común: el mar y la navegación... ¡casi nada!
Le pedí que escribiese algo para la sección de My Friends' corner y lo hizo volando. El artículo que ahora os ofrezco tiene un amplio desarrollo en su libro Serving the Gifted, que se puede conseguir tanto en papel como en formato electrónico. No tiene desperdicio para quien quiera saber cómo se entienden actualmente muchos conceptos clave, entre los que realmente saben de altas capacidades.
Cuando algunos dicen frases del tipo: "es que los especialistas no se ponen de acuerdo...", solo muestran su ignorancia en el tema que nos ocupa. Os dejo con su texto traducido por mi del original en inglés que podéis descargar aquí. Todos los énfasis y comillas del texto son añadidos míos, como la necesaria referencia al espantoso término "superdotado" que se entrecomilla (una vez más) para indicar lo forzado e inadecuado de su uso, como ya expliqué otras veces.
Recientemente he escrito un libro publicado por Routledge dentro de la serie “School-based Practice in Action”. El título es Serving the Gifted. Para la sorpresa de mi editor, está creando un gran revuelo en la comunidad de personas que se ocupan de los más capaces. En el libro critico una serie de creencias arraigadas en nuestro campo de estudio durante largo tiempo.
Una de estas creencias se refiere al mito de que los términos “dotado” (“superdotado”) y cociente intelectual alto son sinónimos. Esta creencia de que las personas con alto cociente intelectual son dotados (“superdotados”), de que un alto cociente intelectual define la superdotación, ha invadido el campo de talento y la cultura occidental desde hace más de 100 años. Es una creencia que existe no sólo en las escuelas sino también en el dominio público y los medios de comunicación populares.
Esta convicción, en mi opinión y en la opinión de un número creciente de otras autoridades en el campo de las altas capacidades, ha dado lugar a muchas prácticas educativas poco sensatas en las escuelas.
Una de esas prácticas tontas está en establecer un cociente intelectual rígido e inflexible, como 120 ó 125 ó 130, por ejemplo, como el umbral absoluto que debe obtener un estudiante en un test de inteligencia para ser considerado “superdotado”.
Una vez que uno es "superdotado" lo es para siempre. Esta es la segunda práctica educativa, igualmente absurda, que se basa en el mito de que una vez que un estudiante se identifica en la escuela como “superdotado”, basado en una puntuación de un test de inteligencia, incluso si tiene solo 5 ó 6 años de edad, no es necesario volver jamás a evaluarlo. ¡Nunca!
Debido a que son, por supuesto, “superdotados”... durante toda su carrera escolar y, en definitiva, ¡para toda la vida!
En mi nuevo libro, hago hincapié en el principio de que los educadores de los más capaces deben ver la identificación de éstos como un proceso continuo. No como una acción de “una vez y hecho", en la vida de un estudiante de alta capacidad.
La investigación reciente en psicología del desarrollo y de las ciencias neurocognitivas nos informa claramente que debemos ver una puntuación de CI solo como un indicador (bueno, pero uno) de la capacidad intelectual de los estudiantes.
Una puntuación en un test de CI es un predictor bueno, pero claramente incompleto y, desde luego, no infalible de la capacidad futura de un niño o joven. Una valoración de CI obtenida en la infancia es un predictor insuficiente de los posibles logros en la edad adulta.
Además, la puntuación en un test de CI puede cambiar en la vida de un individuo y, de hecho, a menudo lo hace.
La investigación que mis colegas y yo hemos llevado a cabo reveló que, en el transcurso de seis años, una serie de puntuaciones de CI de un conjunto estudiantes varió en algunos casos hasta en diez o más puntos. Algunos estudiantes cuyas puntuaciones iniciales los llevarían a ser catalogados en el grupo de CI alto (como "superdotados"), después de ser evaluados 4, 5 ó 6 años obtuvieron puntuaciones que los situaron por debajo de ese umbral. Igualmente revelador fue que estudiantes cuyo CI los situaba por debajo de la puntuación de corte para ser considerados “superdotados”, obtuvieron un CI que los llevó a ser considerados como tales un tiempo después.
Los niños cambian a medida que se desarrollan, como todos sabemos . Y no es de extrañar, en realidad, que sus capacidades cognitivas relativas puedan cambiar con el tiempo, al igual que su altura, el peso, los intereses, la motivación y la personalidad. Aunque el CI es bastante estable en el tiempo, cuando nos fijamos en los datos, vemos que muchos estudiantes individuales cambian, y algunos bastante. Algunos niños cambian para mejor y algunos, por desgracia, para peor, por una miríada de razones.
Como ya habrán adivinado yo no veo la “superdotación” como algo real o permanente en los niños. La “superdotación” es una construcción social. Es un concepto socialmente útil, desde luego. Como concepto o categoría nos ayuda a agrupar de una manera razonable y defendible a estudiantes brillantes, de capacidad poco común o de potencial elevado. Pero la idea de que “una vez declarado superdotado lo serás para siempre” es una mera ficción. Un niño puede ser considerado de alta capacidad intelectual o académica (o en las artes o los deportes) en un momento de su vida, pero no necesariamente en otro.
En mi nuevo libro Serving the Gifted y en seminarios que he llevado a cabo, tanto en mi país como internacionalmente, suelo recomendar a los educadores que, si están interesados en identificar estudiantes con alta capacidad o alto potencial, lleven a cabo procesos anuales con ese propósito.
También suelo recomendar que los estudiantes seleccionados para participar en programas para niños de alta capacidad sean re-evaluados, en mi opinión al menos cada dos años, para comprobar si realmente se están beneficiando, con evidencias medibles, del programa. Estas re-evaluaciones de la capacidad pueden ayudar a los educadores a determinar si los estudiantes que participan en estos programas están experimentando un crecimiento y obteniendo ganancias en relación con los objetivos, de acuerdo con criterios científicamente verificables que permitan predecir su éxito.
Son muchos los factores que contribuyen al logro en cada estado de desarrollo de un estudiante y existe un gran número de variables que pueden mejorar o atenuar el desarrollo del potencial de un alumno de alta capacidad. La re-evaluación de esta capacidad servirá para reforzar la idea de que debemos examinar los diversos factores que influyen en el desarrollo (o atenuación) del talento.
Nos forzará a observar (y determinar cómo evaluar de una manera adecuada y fiable) constructos como la motivación, la pasión por una determinada materia, el gozo por el aprendizaje, la persistencia, la tolerancia a la frustración, la auto-eficacia académica… factores todos ellos que sabemos que juegan un papel, junto con el CI, en el éxito escolar y en la vida de los alumnos más brillantes.
12 comentarios en «No es lo mismo tener un CI alto que ser ‘superdotado’»
Fantástica entrada como todas las del blog. No he podido resistirme a leer el libro completo y voy comprarlo. He buscado más libros que haya escrito el Dr.Pfeiffer pero no los he encontrado (por lo menos en las páginas que he buscado como Amazon). ¿Me recomienda alguna página web donde pueda ver sus libros publicados?
Muchas gracias y felicidades por su gran blog.
Si pinchas en u nombre debajo del título podrás ver su cv entero, en la sección libros tienes varios.
Te recomiendo el Handbook de 2008. Hay otros en proceso.
Puedes seguir este enlace: http://books.google.es/books?id=5Y1CAAAAQBAJ&dq=books+steven+pfeiffer&lr=&hl=es
Gracias por tu comentario
Efectivamente, pero… Dos cuestiones críticas son:
1) Aparte de considerar un umbral de CI mínimo que aporte cierta probabilidad de potencial, ¿cuáles serían los umbrales mínimos en otras variables nocognitivas? Y…
2) ¿Cómo evaluar el nivel en esas variables?
Que no sólo es una cuestión de CI es obvio. El problema es que las demás variables candidatas a configurar el perfil se conocen con menos evidencia empírica acumulada y encima se miden con menor precisión
La verdad Juan Carlos es que no se debería pensar en umbrales, al menos rígidos. Lo que se quiere decir es este post es que no hay un punto (el que sea) a partir del cual se ES y, por tanto, por debajo del cual NO se ES. Este planteamiento, nada obvio puedo asegurarte, pues es el que usa la mayor parte de la gente y la Administración, es insostenible.
No debe haber umbrales que son cuestionables técnicamente. Por otro lado, como bien dices, hay variables más difíciles de medir que otras, lo que complica el asunto.
A mi juicio tenemos que caminar por la senda de una educación más individualizada en la que todo talento, en el grado que sea, se desarrolle óptimamente. Y, desde luego, hay que huir de estos planteamientos rígidos y conceptialmente insostenibles de fijar puntos de corte arbitrarios para decir quien sí y quien no. Los valiosos estudios de Terman son del primer tercio del siglo pasado… algunos parecen haberse anclado allí. Si tienes ocasión te recomiendo el libro de Pfeiffer, hay una versión electrónica. Saludos y gracias por tu interesante comentario.
Estimado Sr. Tourón. Me ha encantado la entrada y más aún la ultimas de sus respuestas. EN septiembre del pasado año realicé un reportaje de investigación sobre los talentos complejos y las necesidades educativas especiales de los chavales y chavalas con altas capacidades y comulgo con la idea que usted plantea de la realización periódica de los test. Considero, desde mi humilde opinión siendo profano al gremio de la educación, que los talentos,ya sean simples o complejos, están refrendados en con la estimulación y si desde las administraciones no se proporcionan las herramientas y la formación del profesorado difícilmente se ampliará ese CI en jóvenes que no cuenten con el entorno o recursos apropiados. Creo que de por sí, la tendencia es hacia la pérdida cognitiva ya que los intereses en ocasiones crecen hacia otro lado y resulta complicado encontrar un menor con las ideas claras de hacia donde quiere orientarse (nos cuesta hasta a los adultos), por lo que en la estimulación estaría la clave para que ese CI crezca o al menos las destrezas en los talentos en los que se destaque. Aprovecho para que le eche un vistazo al reportaje en cuestión y sinceramente le agradecería su comentario al respecto. Es un tema con el cuál estoy bastante sensibilizado y del que no descarto violver a tocar en el futuro.
Atentamente
José Luis L.Paneque
http://sinpreguntasnoinformo.blogspot.com.es/2013/09/talentos-y-altas-capacidades-otra.html
No creo que los niños de altas capacidades deben tener una educación especial, sin no más bien que la educación deben estar más personalizada. Los de más y menos capacidades de cualquier tipo; intelectuales, artísticas, emocionales, deben sentir que tienen su lugar en el sistema. Pretender hacer una excepción para solo las Altas Capacidades Intelectuales sería resolver solo una parte del problema. Aunque entiendo que cada colectivo reivindique lo suyo, al final todos buscamos lo mismo. Una atención ajustada a las capacidades particulares.
La verdad es que, como ya dije en alguna ocasión, no me gusta contestar comentarios anónimos. Haré una excepción con este último que no me parece de una persona que siga el blog habitualmente, porque lo que plantea ya está contestado el múltiples entradas.
Nada especial, todo especial. Nadie pretende hacer nada especial con las altas capacidades y sí pretendemos que todo sea especial para cada niño en el sistema educativo.
Se trata de que la enseñanza y la escuela sean adaptativas, que se adapten a las necesidades de cada escolar en cada momento de su desarrollo.
Y sí, los niños más capaces tienen necesidades específicas que no se pueden obviar. Y que otros tengan las suyas no niega lo anterior.
No todos somos iguales y, por tanto, no todos podemos recibir la misma respuesta educativa.
Al final es simple, se trata de cumplir la LEY y de buscar el óptimo desarrollo de cada escolar. Todos somos distintos, tratarnos como si fuéramos iguales es no enterarse de cómo es la realidad educativa.
Gracias por contestar a pesar de ser un anónimo, tengo mis limitaciones en la informática, me llamo Rafa.
Precisamente al ser un colectivo con altas capacidades intelectuales, y teniendo en cuenta el sentido de justicia que rige nuestros objetivos, veo más acertado impulsar, desde nuestra mayor capacidad, una mejora general y no una particular. Quizás deberíamos ser capaces de liderar la educación personalizadas junto a las asociaciones de deficit de atención, sintiéndome de down, etc.
PSI, Soy padre de tres hijos con ACI, y esto está resultando agotador y todo un reto.
De nuevo, gracias por sus apreciados comentarios. (quizás no debería tener yo unas ideas tan utòpicas)
Buenos días señor Tourón.
No quiero que entienda mi pregunta como una crítica, sino que es una duda genuina.
En este artículo se habla de hacer una evaluación cada menos de dos años, algo impracticable si la orientadora acude como mucho una vez a la semana a colegio.
Además, entiendo que las implicaciones que tiene su visión educativa (que comparto) afectaría a todo el sistema educativo, habría que cambiarlo de arriba a abajo.
¿Cómo se conjugan estos objetivos con la realidad educativa?
Sr. Tourón, tengo un niño de 4 años con características de alta capacidad intelectual. Tras la negación de su tutora a realizarle las pruebas, lo hice mediante un psicólogo externo, el cual me confirmó percentiles superiores a 90 en todos los áreas, incluso en la prueba de lectoescritura para niños de 5 años por no existir pruebas para niños menores de 4 años (entonces aún no había cumplido los 4). Gracias a este informe conseguí una cita con tutora y orientadora del centro para el próximo jueves, pero ya me avisaron que con un CI de 125 no se podía considerar alta capacidad intelectual y poco iban a hacer. Como madre estoy muy perdida y mi hijo se aburre muchísimo en el colegio. Puede darme algún consejo sobre cómo enfrentarme a esa negativa? Mil gracias de antemano.
Lo señalaba en un comentario anterior: «Explica a la orientadora que no se ES de alta capacidad, se TIENE capacidad. Si a ella le parece que este número de 125 no es suficiente, sugiérele que lea a los autores básicos. O, por ejemplo, el monográfico de la revista de educación 368, disponible a golpe de clic».
No es sostenible esa postura.
Un CI de 125 sitúa a tu hijo en el 5% superior de su grupo de comparación. ¿Seguro que aprende al mismo ritmo que sus compañeros que estén en la media o por debajo de ella? ¡Por favor!
Buenos días señor touron: mucha gracias por todo. Soy de Argentina y quisiera consultar…mí hijo se 6 años fue diagnosticado con CI 121 en el test de wisc iv. Ya lee y escribe normalmente pero tiene pocas ganas de aprender, se enoja cuando tiene que hacer sus tareas, y prefiere las matemáticas aunque no noto nada brillante. Es creativo a la hora de jugar pero se enoja fácilmente con sus pares. Es líder sin duda. Extremadamente sensible y amante de los animales.
Que consejo puede darme para ayudarlo con su carácter? Llora y dice que le pide a Dios cambiar su actitud pero que Dios » no hace nada». Jaja. Siento que sufre …que es muy astuto y su Intensidad ( grita, es enoja, no sabe esperar) se torna muy difícil para mí por momentos. Somos 5 en la familia. Tiene dos hermanos mayores de 14 y 18 años. Desde ya muchísimas gracias. Candelaria W.